A
Aceite de árbol de té: aceite esencial extraído de las hojas del árbol de té, también denominado Melaleuca alternifolia. Los beneficios antimicrobianos de este árbol australiano (descubiertos en el año 1920 por un químico) fueron útiles en la prevención de virus, gérmenes y bacterias en el campo de la medicina. Actualmente, la industria cosmética se beneficia de sus propiedades antisépticas para combatir las bacterias causantes del acné. Por este motivo, su función principal es regular la producción de las glándulas sebáceas y equilibrar las pieles con tendencia acneica, secando y cicatrizando los granitos y evitando su futura aparición. A nivel capilar también previene la aparición de caspa y los piojos, así como el picor y el sarpullido asociados.
Aceite de argán: también conocido como “oro del desierto” se obtiene de los frutos del árbol de argán (Argania spinosa) por el prensado en frío de la semilla de su almendra. Su color es suavemente dorado y su olor es casi inapreciable. Contiene una gran cantidad de ácidos grasos y vitamina E. Sus propiedades son variadas y destaca como hidratante facial, capilar y corporal, cicatrizante, antiséptico y antienvejecimiento. Se usa como aceite puro o en cremas, sérums, champús, lociones, etc. para tratar la sequedad de la piel, en quemaduras y estrías, para el acné (ya que se absorbe fácilmente y no engrasa), y como antiarrugas, iluminador y suavizante del rostro.
Aceite de germen de trigo: aceite vegetal que se obtiene al prensar en frío el grano del trigo, uno de los cereales más cultivados y consumidos del planeta. Es el aceite más rico en vitamina E; esto le aporta beneficios antioxidantes incomparables al resto de aceites de uso tópico. También contiene proteínas, vitaminas (A, B, D, E y F), minerales, ceramidas de origen vegetal y ácidos grasos esenciales, cinco ingredientes fundamentales para la estructura de nuestra piel. Entre sus principales beneficios: combate los radicales libres, la deshidratación y formación de arrugas, desinflama las pieles sensibles y alteradas por factores ambientales (cambios de temperatura, contaminación y radiación solar), aumenta la circulación sanguínea de los capilares, evitando rojeces y cuperosis, previene la dermatitis y suaviza la piel. Suele utilizarse en el contorno de ojos debido a su acción descongestiva, aliviando y previniendo su inflamación.
Aceite de jojoba: aceite extraído de las semillas de la planta Simmondsia chinensis (jojoba), habitual en Centroamérica. De color dorado en su forma más pura y de tono transparente si es manipulado de forma química, este aceite se oxida con dificultad debido a su bajo contenido en triglicéridos (ácidos grasos); esto favorece su vida útil y su óptima conservación manteniendo intactas sus cualidades. ¿Cuál es su mayor beneficio? Que sus propiedades lo convierten en el sustituto idéntico al sebo que producen nuestras glándulas sebáceas. En otras palabras, si lo aplicamos en el cutis de una persona con piel mixta o grasa, este aceite imita el sebo que produce su piel y equilibra su producción. No cicatriza y seca los granos de acné como el aceite de árbol de té, pero ayuda a regular la producción de grasa, previniendo los brotes de acné y combatiendo los brillos sin taponar los poros. Gracias a su contenido en vitamina E, protege la piel de los efectos de la contaminación y radicales libres, actuando como antioxidante. También existen champús y lociones capilares que lo usan como antifungicida en el tratamiento de la dermatitis y la psoriasis en el cuero cabelludo.
Aceite de nuez de macadamia: se obtiene al prensar las semillas maduras de la Macadamia Ternifolia, una planta de origen australiano muy usada en cosmética por sus propiedades hidratantes, antiinflamatorias y revitalizadoras. Entre sus principales características, destacamos su aroma idéntico al de la nuez tostada, su color dorado y la alta concentración de ácido palmítico (ácido graso parecido a los lípidos de nuestra piel). Ayuda a revertir el envejecimiento prematuro de la piel gracias a su contenido en vitamina E. También facilita la aplicación del producto cosmético gracias a la suavidad que le aporta a la piel, dejándola protegida y nutrida en profundidad. Protege las células del daño oxidativo (contaminación y factores ambientales como el viento, frío, rayos solares …), calma las pieles irritadas y sensibles, previene la sequedad, tonifica y presenta una fotoprotección solar de origen natural (equivalente a un spf4). Su uso está especialmente recomendado en pieles reactivas, deshidratadas, secas, con tacto áspero, rosácea, estrías y cicatrices. No provoca acné y se absorbe muy rápido sin dejar tacto graso.
Aceite de oliva: se obtiene de la aceituna, el fruto del olivo (Olea europaea), y fue utilizado en antaño como remedio calmante, hidratante y regenerador de cutículas, cabello y piel. Con el auge de la dieta mediterránea, la industria cosmética lo aprovecha como ingrediente para hidratar y reparar el cutis dañado y seco. Los ácidos grasos que contiene ayudan a retener el agua en la piel, evitando la deshidratación y aumentando su flexibilidad. Retrasa los principales signos del envejecimiento revirtiendo el daño causado por los radicales libres, además de tonificar, reafirmar y regenerar las pieles agrietadas. Sus beneficios sobre la dermatitis atópica, psoriasis y pieles sensibles merece una mención especial. En estos casos, alivia los síntomas de la enfermedad y acelera su proceso de curación.
Aceite de rosa búlgara: la producción de este aceite se basa en la destilación de la Rosa Damascena, habitual del Valle de las Rosas, en Bulgaria. Los aceites que resultan de este proceso de destilado son filtrados y separados del agua de rosa para convertirse en uno de los elixires cosméticos más preciados. Las cifras lo corroboran: un litro de este aceite se consigue con la extracción de hasta cuatro toneladas de pétalos de rosa búlgara. Entre sus beneficios cosméticos, la rosa búlgara potencia la luminosidad del cutis, nutre las pieles más secas, ayuda a regenerar los tejidos dañados, irritados o descamados, combate la formación de arrugas y finas líneas de expresión, revitaliza la tez y protege de las agresiones externas. La industria cosmética suele utilizarla como activo antienvejecimiento en tónicos, sérums y cremas para pieles secas, desvitalizadas, maduras o con falta de luminosidad.
Aceite de rosa mosqueta: aceite de origen vegetal obtenido de las semillas del arbusto Rosa Rubiginosa. Su riqueza en ácidos grasos esenciales como el araquidónico, linoleico y linolénico suavizan, calman y reparan la piel a nivel superficial, potenciando sus mecanismos de defensa frente a las agresiones medioambientales. ¿Principales virtudes? La hidratación, prevención de arrugas, regeneración del cutis y cicatrización de heridas y estrías. Especialmente recomendable en caso de manchas solares por su acción aclaratoria y difuminadora. Destacan sus propiedades aromáticas, tonificantes, antiarrugar, regeneradoras, suavizantes y equilibrantes. Sobre esto último, conviene añadir que ayuda a corregir el acné derivado de la rosácea. Esto lo hace especialmente útil en caso de pieles sensibles, reactivas y frágiles.
Aceite inca Omega (inca ichi, The Lab Room): se obtiene de las semillas de la planta Sacha Inchi, situada en el Amazonas, y contiene la mayor concentración de ácidos grasos polinsaturados encontrados en un aceite vegetal. Destaca por su capacidad revitalizante, hidratante y profundamente nutritiva, favoreciendo la absorción de ácidos grasos que nuestro organismo no produce por sí solo. También previene la descamación, mejora la función barrera de nuestro cutis, protegiéndolo de las agresiones externas (frío, calor, contaminación, radicales libres, exposición solar) y estimula la producción de ceramidas, fortaleciendo la estructura de nuestro cutis y evitando la flacidez. Su uso está especialmente recomendado en pieles secas, sensibles, irritadas, rugosas y maduras.
Aceites minerales: estos aceites derivados del petróleo (hidrocarburos) son usados en cosmética porque hidratan, protegen, repelen el agua y limpian eficazmente la piel. Debido a su alta densidad, no pueden penetrar en nuestro cutis (los aceites vegetales sí penetran), por lo tanto, realizan sus funciones en la capa más superficial de nuestra piel, protegiéndola de la deshidratación y ejerciendo una labor oclusiva; también proporcionan emoliencia y un tacto suave. Pese a la controversia generada en los últimos años sobre su seguridad para nuestra salud, debemos aclarar que los aceites minerales puros y altamente refinados no son tóxicos para el organismo. Tampoco son comedogénicos, es decir, no provocan acné pese a lo anunciado por muchas campañas de marketing. No obstante, las pieles mixtas, grasas, acneicas y con tendencia a la transpiración no deberían usarlos para dejar que los poros respiren. La teoría de que puedan ser cancerígenos también es falsa si el aceite es puro y refinado. De no ser así, sí podría contener componentes tóxicos, pero nunca lo suficiente como para ser cancerígenos. Estos son algunos de los más habituales: Ceresin, Hydrogenated Polyisobutene, Isoparaffin, Microcristalline Wax, Mineral Oil, Ozokerite, Paraffinum liquidum, Petrolatum, Petroleum, PVP/VA Copolymer, Vaseline, etc.
Ácido ferúlico es una molécula presente en las paredes celulares de las plantas que refuerza la barrera natural de la piel, tiene propiedades antioxidantes y aumenta la producción de colágeno y elastina. En cosmética se utiliza para proteger la piel del daño solar, para evitar la deshidratación y corregir arrugas. Está presente en cremas y sérums antienvejecimiento, muchas veces combinado con la vitamina C y la vitamina E, que también son antioxidantes. Con su incorporación en formulaciones cosméticas se consigue que la piel se alise y que se sienta más suave y tersa al tacto, además de que, como protege de los rayos solares es un potente despigmentante, además de prevenir las irritaciones y rojeces.
Ácido glicólico: alfa-hidroxiácido que se extrae de la caña de azúcar y de frutas como la piña, uva y maracuyá. También lo contienen otros alimentos como la alcachofa y la remolacha aunque su extracción para uso cosmético no es tan frecuente. Entre sus propiedades, destaca su acción exfoliante, despegando y eliminando las células muertas de nuestra piel para un rostro luminoso y libre de manchas. Es útil en casos de acné (de leve a severo), para cicatrizar heridas y prevenir líneas de expresión, con especial mención a comisura de labios y frente.
Ácido hialurónico: sustancia de nuestra piel (azúcar complejo denominado glucosaminoglicano) situada junto a nuestras fibras de colágeno y elastina que produce nuestro organismo de forma natural. Con el paso de los años, su producción disminuye dando lugar a las temidas arruguitas, líneas de expresión, pérdida de firmeza y rostro apagado. Se utiliza como ingrediente cosmético gracias a la biotecnología mediante la fermentación de un cultivo de la bacteria Streptococcus. Dada su alta capacidad de atracción y retención de agua (se dice que retiene 1.000 veces su peso molecular en líquido), se encarga de atraer la humedad atmosférica y retenerla en nuestra piel, manteniéndola hidratada, firme, elástica y suave. Como consecuencia, posee una capacidad rellenadora de las finas líneas de expresión y ayuda en el transporte de nutrientes a las células de nuestra piel.
Ácido láctico: es un alfa-hidroxiácido (AHA) que se obtiene de forma natural por la fermentación de la leche, la caña de azúcar y la manzana. Una de sus principales acciones es que destapona los poros por lo que elimina puntos negros y el exceso de sebo acumulado, siendo también eficaz en tratamientos antiacné. Además realiza un peeling natural que retira las células muertas de la superficie de la piel, que queda más suave y lisa. Por esta capacidad de renovación se utiliza como antiaging en cremas, sérums y geles en pieles envejecidas. Como con el resto de AHA se recomienda utilizar protección solar tras su uso porque aumentan la fotosensibilidad.
Ácido salicílico: betahidroxiácido de origen natural, comúnmente extraído de la corteza del sauce, aunque su producción actual sea exclusivamente química. Beneficia a la piel por su capacidad de limpieza y exfoliación. Gracias a sus propiedades queratolíticas, penetra en el folículo piloso, limpia el poro en profundidad, evita su taponación y la consiguiente aparición de acné. Debido a sus propiedades desinfectantes, se convierte en un aliado cosmético para las pieles grasas y acneicas. En las pieles masculinas también previene la foliculitis asociada al rasurado de la barba.
Acné: es un tipo de dermatitis inflamatoria que afecta a los folículos pilosebáceos (poros) generalmente provocado por la acumulación de sebo en estos. Este proceso da lugar a la formación puntos negros y granos o espinillas, estos últimos muchas veces con pus y acompañados de enrojecimiento de la zona afectada. El acné es común en la adolescencia aunque también puede aparecer en adultos, y suele localizarse en el rostro, cuello, escote y espalda. El origen del acné suele ser hormonal, pero puede presentarse también tras tratamientos con algunos medicamentos y por el uso de cosméticos no adecuados.
Alantoína: molécula de origen animal y vegetal que repara las heridas, acelera la curación de marcas, calma la irritación, combate las manchas, hidrata y estimula la regeneración celular de la capa córnea de la piel (la parte más superficial). La industria cosmética suele utilizarla para formular limpiadores (tanto en textura lechosa como emulsión) y cremas corporales orientadas a piel seca, sensible, fragilizada o deshidratada, con el fin regenerar los tejidos y prevenir la sequedad. En términos generales, el uso de la alantoína deja la piel lisa, suave, elástica y confortable. Un dato curioso: el éxito de los cosméticos con baba de caracol se debe a la existencia de la alantoína, responsable de calmar, humectar y reparar hasta las cicatrices más profundas.
Alfahidroxiácidos (AHA): conjunto de ácidos extraídos de varias frutas (lima, limón, naranja, pomelo …), plantas y alimentos que mejoran el tacto de nuestra piel, aumentan su hidratación, renuevan la capa más superficial de nuestro cutis, exfoliando y retirando las células muertas. Esta acción no solo incrementa la luminosidad natural del rostro sino también estimula la formación de colágeno y previene las líneas de expresión. Entre los ácidos más conocidos, encontramos el glicólico, láctico, cítrico, tartárico y málico.
Aloe Vera: planta que procede del norte de África cuyo uso en cosmética se debe a su acción antiinflamatoria, regenerante y cicatrizante. Su aplicación tópica suele ser en forma de gel debido a la textura gelatinosa del jugo de la planta. De origen vegetal, su alto contenido en azúcares como la arabinosa, el manitol o el xilitol, le otorgan propiedades hidratantes, suavizantes y reparadoras a nivel celular, penetrando en el tejido dañado de nuestra piel y calmando el dolor. También estimula la formación de nuevo colágeno, aumentando la elasticidad de la piel; y gracias a su contenido en tirosinasa es capaz de combatir la formación de melanina, evitando la aparición de manchas en el rostro.
Arándano: El arándano azul o mirtilo (Vaccinium myrtillus) es un pequeño arbusto del que se obtienen unas bayas de color azul oscuro, utilizado tradicionalmente para la diabetes, en problemas de la visión y para tratar hemorroides y varices por su efecto protector de los vasos sanguíneos. Esta última propiedad se utiliza también en cosmética para mejorar el estado de las rojeces de las pieles sensibles y también para difuminar ojeras ya que su coloración azul es en parte consecuencia de una mala circulación de la zona.
Astaxantina: antioxidante de color azafrán y de origen vegetal producido por microalgas. Para hacernos una idea del poder de esta sustancia, atent@s a esta curiosidad: es el responsable del tono rojizo que presentan algunos peces, como el salmón y los cangrejos; la astaxantina es su fuente de alimento en el medio marino y, al ingerirla, el pigmento que desprende se adhiere a las mucosas celulares de estos animales. A nivel nutricional, solemos consumirla por medio de cápsulas vitamínicas que protegen nuestro metabolismo de las agresiones externas (es útil en casos de gripes, resfriados o exposición solar prolongada). A nivel cosmético, destaca por su acción descongestiva y antipolución, multiplicando por 65 la acción detoxificante de la vitamina C y por 14 la de la vitamina E. Por este motivo, acostumbra a emplearse en sérums antioxidantes ricos en ácido ascórbico (un derivado de la vitamina C) para potenciar el efecto desintoxicante e iluminador sobre la piel. Entre sus beneficios, bloquea la acción de los radicales libres, revierte la agresión solar, previene las manchas, aumenta la elasticidad y combate las arrugas. Una última curiosidad: de probada eficacia, se utiliza en algunos medicamentos para luchar contra el Alzheimer.
Azúcar de caña: se obtiene de la caña de azúcar y aunque es sobre todo conocida por su uso alimentario, es también un ingrediente cosmético muy utilizado. Sus partículas forman parte de formulaciones cosméticas por su acción exfoliante y humectante, dejando la piel más suave y tersa. Se aplica fundamentalmente en el rostro, pero también es eficaz para suavizar y evitar rugosidades en codos, talones y manos. Además, del azúcar de caña se obtiene el ácido glicólico, un alfa-hidroxiácido (AHA) muy usado por su efecto peeling en sérums y cremas como renovador de la piel en tratamientos antienvejecimiento y como antimanchas en pieles hiperpigmentadas.
B
Bakuchiol: el bakuchiol es la alternativa natural al retinol más potente y menos agresiva para las pieles sensibles, enrojecidas y fragilizadas. Es de origen vegetal y se extrae de las semillas de la planta india Babchi, (Psoralea corylifolia). Tiene efectos antioxidantes similares a la vitamina E, esto le confiere beneficios antipolución y detoxificantes más estables que su homólogo. Se puede utilizar por el día sin temor a sufrir manchas o la irritación asociada a la inestabilidad del retinol común. En este caso, el bakuchiol exfolia sin secar en exceso la epidermis, aumenta la producción natural de colágeno y elastina, reduce el exceso de pigmentación, aclara el tono y desinflama las pieles irritadas. La piel acneica es otra de las grandes beneficiadas; con su acción antibacteriana, podrá combatir los granitos ya instalados y prevenir futuros brotes. Estos beneficios lo han convertido en uno de los ingredientes favoritos de la industria cosmética en materia antienvejecimiento.
Beta-hidroxiácidos: exfoliantes de origen químico y orgánico (la papaya es el más común) que eliminan las células muertas de la capa más superficial de la piel, dejándola suave, lisa y renovada. Estos principios activos nos ayudan a eliminar las bacterias causantes del acné y las impurezas que se acumulan en nuestro rostro debido a la contaminación ambiental. Con el uso de los beta-hidroxiácidos, fomentamos la hidratación natural de la piel, reducimos el tamaño de los poros, combatimos las manchas, el daño producido por la radiación solar y los principales signos del envejecimiento (líneas de expresión y arrugas). Asimismo, promueven la renovación celular, estimulando la producción de colágeno y aumentando la firmeza de la piel. Habitualmente, completan nuestra rutina de limpieza, tanto diaria como semanal, liberando la piel de los agentes externos que algunos limpiadores (textura espuma, crema o aceite) no consiguen eliminar. Como son más suaves y menos irritantes que los alfa-hidroxiácidos, se recomienda su uso en pieles sensibles, con rosácea o tendencia a enrojecerse. Las pieles grasas, con tendencia acneica y poros dilatados son las que más se benefician con su uso por su acción antibacteriana y seborreguladora. Actualmente, el beta-hidroxiácido más utilizado en la industria cosmética es el ácido salicílico.
Betaína: es una sustancia obtenida principalmente de la remolacha azucarera (Betus vulgaris), de la que procede su nombre. Tiene la capacidad de fijar hasta 10 moléculas de agua, por lo que en cosmética es utilizada como factor natural de hidratación. Evita por lo tanto la deshidratación de la piel y del cabello, promueve la regeneración cutánea y estimula la formación de colágeno. Con su incorporación en cremas se consigue un efecto hidratante, suavizante y antiedad. En champús ayuda a la formación de espuma y a acondicionar el cabello.
C
Cafeína: sustancia amarga de origen orgánico procedente de algunos alimentos como el cacao, el té, el café o refrescos gaseosos como la cola. Es conocida por sus propiedades vigorizantes y estimulantes del sistema nervioso. Suele utilizarse en cosmética para reducir la presencia de ojeras o la hinchazón de las bolsas de ojos debido a su acción drenante y antiinflamatoria. Como promueve la reducción de líquidos, grasa y la eliminación de toxinas, su uso como ingrediente anticelulítico se ha vuelto muy popular en los productos de cuerpo. También combate las arrugas, las finas líneas de expresión y protege de los radicales libres, ejerciendo una función barrera en la superficie de la piel.
Caléndula: la caléndula o maravilla (Calendula officinalis) es una planta herbácea con vistosas flores amarillas o anaranjadas utilizada tradicionalmente para regular los ciclos menstruales y mejorar sus síntomas. En cosmética se utiliza como cicatrizante, antiinflamatoria y antiséptica, por lo que se usa en pieles irritadas, para calmar quemaduras y eczemas y para combatir el acné y evitar que los granitos se infecten. Por estas mismas propiedades otro de sus usos más conocidos es como componente de las cremas del pañal para los bebé.
Camomila: esta planta, también conocida como manzanilla, es muy utilizada para aliviar los trastornos digestivos por aportar calma y relajación. Es muy utilizada en cosmética por sus propiedades hidratantes, purificantes, desintoxicantes y antiinflamatorias. Aunque esté especialmente recomendada para pieles sensibles, sus beneficios suavizantes y ligeramente antiarrugas benefician, sin excepción, a todo tipo de pieles y edades.
Centella asiática: la centella asiática (Hydrocotile asiatica) es una planta originaria de la India y también conocida como gotu kola utilizada desde la antigüedad en la India como cicatrizante, antiséptica, antimicrobiana, antiinflamatoria y dermoprotectora en general. Actualmente su uso está muy extendido en forma de cremas, lociones, sérums y aceites, utilizados para tratar quemaduras y curar heridas, mejorar el aspecto de la celulitis y las estrías y calmar eccemas y brotes de psoriasis. Su acción cicatrizante se aprovecha también para corregir marcas de acné. Además tiene propiedades antienvejecimiento ya que estimula la formación de colágeno, por lo que se incorpora en productos cosméticos como antiarrugas y reparador de la piel.
Cera de abeja: sustancia de origen animal producida por la glándula exocrina situada en el abdomen de las abejas. Tendemos a pensar que su color natural es el amarillo, pero en realidad es el blanco. El tono amarillento que todos conocemos se debe al contacto de la cera con el polen que recogen las abejas. A nivel cosmético, destaca por su acción hidratante y regeneradora. También suaviza el cutis, repara las cicatrices, alisa la textura, protege la piel de partículas contaminantes y la defiende de los patógenos que causan imperfecciones. Debido a su efecto oclusivo (taponador de poros), las pieles mixtas, grasas o acneicas deberán evitarla en sus artículos de belleza. Por el contrario, las pieles secas, deshidratadas o con descamación podrán beneficiarse de su capacidad humectante y reconstituyente.
Ceramidas: las ceramidas son moléculas compuestas por ácidos grasos que están presentes de forma natural en nuestra piel. Se definen, a menudo, como el “cemento” que nos protege de la flacidez y nos previene de los primeros signos del envejecimiento. Son las encargadas de retener el agua en el estrato córneo (la capa más superficial de nuestra piel), mantener unidas las células y evitar las arrugas por deshidratación. Con el paso de los años, el porcentaje de ceramidas disminuye considerablemente, desde el 40% a los 30 años al 60% entre los 50-60 años. De textura aterciopelada y ligeramente aceitosa, la industria cosmética suele reproducirlas por bioingeniería e incorporarlas a sérums y cremas de acción antiarrugas y reafirmante. Entre sus beneficios, aumentan la elasticidad y nutrición de la piel, combaten las arrugas y finas líneas, calman las irritaciones, protegen la piel de las agresiones externas y mejoran la función barrera de nuestro cutis. Suelen recomendarse a pieles maduras, deshidratadas, con flacidez, alteradas por algún procedimiento estético o con algún desequilibrio cutáneo como la dermatitis atópica.
Colágeno: el colágeno es la proteína más común en los tejidos de nuestro cuerpo que nos aporta firmeza, flexibilidad y regeneración celular. Como ingrediente cosmético, su origen suele ser vegetal (también llamado fitocolágeno, presente en las ortigas o los helechos), marino y animal (tanto porcino como bovino). Con el paso de los años, los niveles de colágeno en nuestra piel disminuyen, restando fortaleza y elasticidad. Los cosméticos ricos en esta proteína son utilizados por su acción humectante, reteniendo la pérdida de agua en la capa más superficial de nuestra piel para evitar su deshidratación. También rellenan las finas líneas de expresión y arrugas, aumentan la firmeza, elasticidad, ayudan a remodelar el óvalo facial y restablecen el brillo natural de la piel.
Cuperosis: es una forma de rosácea caracterizada por la dilatación de los pequeños vasos sanguíneos de la superficie de la piel del rostro en forma de telaraña o de estrella, con una coloración que puede ser rojiza, violácea o azulada. Suele aparecer en pómulos, mejillas y nariz, aunque en casos más severos puede presentarse en toda la cara. Las pieles claras y finas tiene más probabilidades de sufrir cuperosis, cuyas causas pueden ser la exposición excesiva al sol y a las altas temperaturas.
D
Dermatitis atópica: es una enfermedad crónica de la piel de tipo inflamatorio, que se caracteriza por sequedad extrema, manchas rojas y picor. Evoluciona de manera que en condiciones desfavorables aparecen brotes agudos en forma de eczemas Tiene un importante factor genético (atópico) y empeora con el estrés, la transpiración excesiva, el calor y el contacto de ciertos alérgenos con la piel. Sus síntomas empiezan a manifestarse entre los 2 y los 5 meses de edad (en el 20% de los niños que viven en zonas industrializadas) y en la niñez se acompaña de otras manifestaciones relacionadas con la atopía, como la rinitis alérgica, el asma y la conjuntivitis alérgica. Además, la dermatitis atópica empeora la capacidad de barrera de la piel, por lo que esta se ve más afectada por alérgenos como el polen, los ácaros o el pelo de algunos animales, y por bacterias como el Staphilococcus aureus. Algunas complicaciones relacionadas muy comunes son el insomnio y el nerviosismo por el intenso prurito en los brotes.
Dermatitis seborreica: es una afección de la piel que cursa con piel enrojecida, escamas en zonas localizadas, caspa grasa, enrojecimiento y picor. Se presenta principalmente en el cuero cabelludo pero también aparece en otras zonas en las que la piel produce más grasa, como la cara, las orejas, los párpados y alrededor de la nariz y las cejas. En los bebés se conoce como “costra láctea” y es un proceso muy común que remite de forma natural.
Las causas de la dermatitis seborreica se relacionan con una regulación defectuosa de la secreción sebácea. La enfermedad empeora en situaciones estresantes, con el frío y los ambientes secos.
Dermis: de las tres capas de las que se compone la piel, la dermis es la que se encuentra en el medio, entre la epidermis (la más superficial) y la hipodermis (la más interna). Proporciona resistencia y elasticidad ya que entre otros elementos está compuesta por colágeno y elastina. Es por esto que está relacionada con el envejecimiento de la piel, provocado entre otras causas por la pérdida de estos dos componentes. En la dermis también se encuentran las glándulas sudoríparas y sebáceas, vasos sanguíneos, y es el lugar donde se retienen moléculas de agua para conservar la hidratación.
E
Escualeno: molécula que está presente en el sebo de nuestra piel, la mantiene hidratada y mejora su elasticidad. Contrariamente a lo que solemos pensar, el sebo es tan necesario para el mantenimiento de la piel como la vitamina E que obtenemos del sol. Si la producción de escualeno disminuye, la piel reduce su producción sebácea y, por lo tanto, su capacidad para mantenerse hidratada (y equilibrada) por sí misma. La industria cosmética suele usar un compuesto extraído del aceite de oliva, salvado de arroz, hígado de tiburón o germen de trigo para imitar la función del escualeno en nuestra piel. Entre sus beneficios, destaca por equilibrar el manto hidrolipídico, tonificar, calmar las irritaciones y mantener la piel elástica y saludable. Podréis encontrarlo en los ingredientes de vuestro sérum o crema bajo el nombre científico squalane.
Espino Amarillo: El espino amarillo (Hippophae Rhamnoides) es un arbusto espinoso conocido como el “árbol de las vitaminas” que crece en lugares soleados de Asia Central. De sus bayas amarillas o anaranjadas se obtienen un zumo rico en vitamina C, un aceite con alto contenido en vitamina E y betacarotenos (precursores de la vitamina A) y un aceite de sus semillas fuente de vitamina E y ácidos grasos insaturados. Muy eficaz para tratar eczemas y todo tipo de irritaciones, también se utiliza en cosmética por sus propiedades iluminadoras, calmantes, regeneradoras y antienvejecimiento. Es eficaz en pieles apagadas y cansadas, con arrugas y otros signos de la edad.
Extracto de cúrcuma: la Curcuma longa, de nombre común cúrcuma, es una planta herbácea nativa del suroeste de la India de la que se utiliza el rizoma y utilizada desde la antigüedad como colorante alimentario. En cosmética se utiliza por sus propiedades antisépticas y antibacterianas en tratamientos para el acné y las marcas que éste pueda haber dejado en pieles jóvenes y adultas. Se utiliza en pieles grasas para regular el sebo y en todo tipo de pieles como exfoliante, por lo que funciona en tratamientos antiedad al renovar a piel y por sus propiedades antioxidantes. También disimula ojeras, ilumina el rostro y corrige líneas de expresión y arrugas.
Extracto de regaliz: extraída de la planta Glycyrrhiza glabra, conocemos a la regaliz por sus propiedades calmantes, antiinflamatorias, adelgazantes y digestivas. A nivel cosmético, suele emplearse para combatir el tono apagado, el exceso de pigmentación y la polución ambiental. Entre sus beneficios, ilumina el cutis, calma las irritaciones, protege de los radicales libres, previene el enrojecimiento, revitaliza la piel y combate las manchas. Suele combinarse con vitamina C, vitamina E y niacinamida en productos despigmentantes, blanqueadores y unificadores del tono. Podréis encontrarlo en la etiqueta de vuestros cosméticos bajo el nombre científico licorice o licorice extract root.
F
Filtro mineral: los filtros solares minerales son sustancias que se incorporan a las cremas con protección solar para que reflejen la luz como un espejo y así los rayos UV no alcancen la piel ni la dañen. Se suelen utilizar el dióxido de titanio, el óxido de zinc, el talco, la mica… que hacen una función de filtro “físico”. Una buena crema solar debería de incorporar tanto filtros físicos como químicos.
Filtro químico: los filtros filtros solares químicos son sustancias que protegen de la radiación solar al captar la energía de los rayos UV y transformarla en otra longitud de onda diferente que no daña la piel. Se incorporan en las cremas solares generalmente acompañados de filtros minerales/físicos para que la combinación de ambos mejore la protección solar. Los más utilizados son el PABA (ácido para-aminobenzoico), el alcanfor, el ácido cinámico, el ácido sulfónico y la benzofenona, entre otros.
Fotoenvejecimiento: proceso de envejecimiento que sufre la piel como consecuencia de la continuada y/o excesiva exposición a los rayos ultravioleta (UV) del sol y también de otras fuentes artificiales. Se manifiesta principalmente por la hiperpigmentación de la piel, es decir la presencia de manchas oscuras, diferentes de los lunares y de otras alteraciones de la coloración, benignas o no, que aparecen en la piel. Los riesgos de padecer fotoenvejecimiento disminuyen considerablemente si se aplica protección solar correctamente entre los 6 meses y los 18 años de edad. Cuando las manchas ya han aparecido se puede disminuir su coloración oscura utilizando cada día factor de protección alto combinado con tratamientos médico-estéticos o cosméticos despigmentantes.
Fotosensibilización: es un aumento de la sensibilidad a los rayos solares, que da lugar a erupciones cutáneas, irritaciones, sarpullidos, quemaduras y otras afecciones de la piel. Puede estar provocada por algunos ingredientes de cremas (retinoides, ácido glicólico, ácido láctico, ácido salicílico…) y ciertos perfumes (lavanda, verbena, bergamota, sándalo…). También hay muchos medicamentos fotosensibilizantes (ibuprofeno y otros antiinflamatorios, alprazolam, captopril, algunos antibióticos…), por lo que es recomendable consultar este tema en la farmacia.
G
Ginseng: planta de propiedades vigorizantes, antioxidantes y terapéuticas que revitaliza y estimula nuestro sistema inmunológico. La industria cosmética suele utilizar la raíz del ginseng para revitalizar e iluminar el cutis, reducir los signos de estrés, combatir las agresiones externas (radiación solar y partículas contaminantes), desintoxicar la piel y promover su reproducción celular. Fortalece la piel y la prepara para las inclemencias ambientales, aumentando su resiliencia y autoreparación. En términos generales, su riqueza en minerales, vitaminas y aminoácidos lo convierte en uno de los ingredientes más completos para el mantenimiento del tejido cutáneo.
Glicerina: alcohol cristalino y de textura densa que podemos encontrar en cualquier sustancia con materia grasa (ya sea de tipo vegetal, animal o un aceite). A pesar de su consistencia espesa y gelatinosa no debemos confundirla con la parafina, un ingrediente que sí procede del petróleo. Por el contrario, la glicerina está presente en nuestro organismo y forma, junto a los aminoácidos y las sales minerales, el factor de hidratación natural de nuestra piel. No solo crea un efecto barrera, protegiéndonos de las agresiones externas, también retiene el agua en la capa más superficial de nuestra piel para evitar la deshidratación. Esta función la ha convertido en uno de los ingredientes más utilizados en cosmética. Tambien mejora la elasticidad, la luminosidad de la piel, ayuda en la renovación de las células, potencia la acción de los antioxidantes y restaura los tejidos deteriorados. Gracias a su acción antibacteriana y desinfectante, los jabones a base de glicerina natural suelen recomendarse en pieles acneicas, con eccema, dermatitis o poros obstruidos.
H
Hiperpigmentación: es un exceso en la coloración de la piel por un aumento exagerado de la melanina, dando lugar a manchas oscuras que aparecen en partes del cuerpo expuestas al sol: rostro, cuello, escote, manos… Los rayos solares son los principales causantes de la hiperpigmentación, pero también puede deberse a factores hormonales, al envejecimiento natural de la piel, factores genéticos y a lesiones e inflamaciones de la piel, como heridas mal cicatrizadas y acné. Para combatirla es necesario aplicar protección solar a diario y tratar las manchas con cosméticos despigmentantes y/o tratamientos médico-estéticos.
Hipoalergénico: un producto hipoalergénico es aquel que ha sido formulado para evitar el riesgo de que su uso provoque reacciones alérgicas. Se utilizan principalmente en pieles sensibles, alérgicas y atópicas.
J
Jojoba: así se le denomina a la planta Simmondsia chinensis, común en Centroamérica, y de cuyas semillas se extrae un aceite de color dorado que imita las funciones del sebo que produce nuestra piel. A nivel cosmético, la jojoba nutre la capa superficial de la piel, repara los tejidos dañados, equilibra las pieles grasas regulando su condición, previene los brotes de acné y combate el exceso de brillos, todo ello sin ocluir los poros. Su alto contenido en vitamina E le permite cumplir una acción antioxidante al proteger la piel de las agresiones externas, las partículas contaminantes y los radicales libres. Recientes estudios han demostrado que la jojoba puede ser beneficiosa en casos de psoriasis y dermatitis (atópica, seborreica…) en las zonas del cuero cabelludo. Este conjunto de virtudes convierte a esta planta en un ingrediente cosmético muy recomendado en caso de piel mixta, grasa o con tendencia acneica.
K
Kigelia: árbol del áfrica occidental considerado como un símbolo de fertilidad, gracias a la forma alargada de su fruto (similar a una salchicha) y a las propiedades estimulantes y regeneradoras de su pulpa. El extracto de kigelia suele utilizarse como ingrediente cosmético por contener flavonoides (activos antioxidantes) y saponósidos, comúnmente conocidos como fitoestrógenos. De producción orgánica, destaca por bloquear el impacto de los radicales libres en nuestro cutis, desinflamar las zonas de la piel dañada, ayudar en su reparación, aumentar la circulación sanguínea y prevenir los signos de la edad. También incrementa los niveles de elasticidad y contribuye a mejorar la firmeza en aquellas zonas que presenten descolgamiento o flacidez. Según estudios farmacéuticos, el extracto de kigelia africana resulta especialmente útil en aquellas madres con hijos lactantes que presenten el pecho caído. Con el uso continuado de este ingrediente, aumenta la turgencia y tonicidad de la zona sin recurrir a operaciones de estética. Suele encontrarse como ingrediente en el reverso del producto cosmético bajo el nombre "Kigelia africana fruit extract".
L
Láser: tratamiento médico-estético que utiliza un tipo determinado de luz para que esta llegue a un tejido concreto en el cual se quiere obtener un determinado efecto estético. Esta luz realiza su efecto transmitiendo calor al tejido, es decir, es un efecto fototérmico. Dependiendo de la longitud de onda de la luz y de otros factores el láser realiza su acción en diferentes lugares. Es muy conocida su acción en depilación permanente, en la que el láser destruye el folículo piloso por efecto térmico. En estética se utiliza también para eliminar estrías, manchas, cicatrices, arrugas y para combatir la flacidez y mejorar el contorno corporal.
Led: sus iniciales significan Diodo Emisor de Luz y es un tratamiento cada vez más utilizado en tratamientos cosméticos. Utiliza la energía lumínica para provocar cambios favorables en la piel. Dependiendo de la longitud de onda la luz emitida puede ser de varios colores, y dependiendo del color los efectos en la piel son distintos. La luz roja estimula la producción de colágeno y elastina por lo que se utiliza en tratamientos antiedad (corrige arrugas, estrías, manchas, flacidez…). La luz azul es específica para combatir el acné, ya que es antibacteriana. La luz ámbar mejora el enrojecimiento por lo que se usa para corregir la rosácea y la luz verde ayuda a eliminar las manchas ya que inhibe que la melanina se produzca en exceso.
Limón siciliano: el extracto de limón siciliano se obtiene al ablandar la corteza del limón en agua y glicerina. Mediante este proceso de producción se consiguen mantener intactas las propiedades antioxidantes y vasodilatadoras de este fruto. Su uso como ingrediente cosmético se explica por su alto contenido en vitamina C; de esta forma, combate los radicales libres que provocan las temidas manchas y protege a la piel de la oxidación celular que causa las arrugas y líneas de expresión. También estimula la producción de nuevo colágeno y elastina, lo que se traduce en un cutis más firme, aumenta la luminosidad, clarifica el tono de la piel, aumenta la regeneración celular y mejora el aspecto de las cicatrices. Gracias a su acción astringente, reduce eficazmente el tamaño de los poros dilatados y regula la sobreproducción de sebo. A nivel circulatorio, incrementa la resistencia capilar y promueve una óptima vasoprotección. Por este motivo, su uso resulta útil en caso de varices o insuficiencia circulatorio, en cuyo caso, ayuda a mitigar la hinchazón asociada a la mala circulación sanguínea. Se ha demostrado que también ofrece una óptima acción anticaspa en caso de descamación o deshidratación del cuero cabelludo.
Liposomas: son diminutas vesículas esféricas compuestas por una membrana lipídica (formada por una doble capa de fosfolípidos) que engloba un interior acuoso. Su funcionalidad en cosmética reside en que pueden transportar diferentes tipos de sustancias, tanto liposolubles (compatibles con los lípidos) como la vitamina A o la vitamina E, e hidrosolubles (compatibles con el agua) como el colágeno y la elastina. Es común su presencia en cremas y otras formulaciones cosméticas debido a su poder reparador de la barrera cutánea, como hidratantes y para transportar vitaminas encapsuladas.
M
Manteca de karité: ingrediente muy empleado en belleza por sus propiedades nutritivas, regeneradoras y humectantes. De textura densa y balsámica, esta manteca se extrae de los frutos (similares a las nueces) del conocido árbol de mantequilla, el karité, un arbusto longevo nacido en el este africano. Destaca por sus propiedades hidratantes, antioxidantes, profundamente nutritivas y restauradoras del tejido cutáneo. Está considerada como el ingrediente natural de mayor eficacia para revertir el envejecimiento prematuro de las células de nuestra piel. Desinflama las pieles congestionadas por razones de acné, dermatitis atópica y/o eczema, combate las estrías, desbloquea los poros obstruidos, ayuda a eliminar las células muertas por su acción limpiadora, revitaliza y protege la piel de la radiación solar.
Melanina: es el pigmento responsable del color de la piel y del cabello, presente en la epidermis (la capa más externa de la piel). Su función es la de proteger la piel de los daños de los rayos solares, pero cuando la exposición a las radiaciones UV es excesiva y/o muy constante, la melanina no es capaz de evitar los efectos perjudiciales del sol y aparecen manchas y otras alteraciones. Es por ello que las personas con piel más clara sufren más los daños de la exposición solar.
N
Niacina: en primer lugar, debemos aclarar que niacina y niacinamida no son lo mismo. La niacina es la precursora de la conocida niacinamida. Ambas conforman la vitamina B3, tan beneficiosa para nuestra piel como el correcto funcionamiento del organismo. Pese a que nuestro cuerpo puede convertir la niacina en niacinamida por sí solo (la ingesta de triptófano es la clave), existen alimentos que también la contienen, como: el atún, las sardinas, la panceta, la ternera, el pollo, los cacahuetes, la levadura de cerveza y el paté, entre muchos otros. Su uso como activo cosmético aumenta la producción del colágeno y elastina, mejora la hidratación de la piel, revitaliza el cutis cansado, combate las imperfecciones (acné, espinillas) y mejora la circulación sanguínea para mejorar la absorción del resto de ingredientes.
Niacinamida: la niacinamida es una de las dos versiones que presenta la vitamina B3. La encontramos en alimentos de primera necesidad como los huevos, las verduras, la carne, el pescado y los cereales, entre otros. Nuestro organismo también puede producirla mediante la ingesta de alimentos ricos en niacina, la otra versión de la vitamina B3. Suele ingerirse en forma de suplemento vitamínico para suplir la carencia de vitamina B3 y revertir, a nivel cutáneo, patologías como el acné y la proliferación bacteriana. La industria cosmética tiende a utilizarla como un activo antimanchas, hidratante y unificador del tono. Por este motivo, es habitual encontrarla en tratamientos despigmentantes o antiacné, combinada con zinc o cobre para revertir eficazmente las imperfecciones. También destaca su acción antiinflamatoria, mejora la textura y elasticidad de la piel, suaviza las líneas de expresión y protege de la contaminación. En términos generales, es un activo que fortalece tanto la barrera interna como la externa de nuestra piel. Como resultado, nuestra piel se fortalece y resiste mejor las agresiones ambientales. Aunque solemos encontrarla en el dorso de nuestros productos bajo el nombre niacinamide, este ingrediente presenta otras denominaciones. Entre las más habituales, destacan: ácido nicotínico (Amide de l’Acide Nicotinique o Nicotinic Acid Amide), Nicosedine, Nicotinamide, Pyridine Carboxamide o Vitamina B3.
O
Oligoelementos: elementos de origen mineral, que, en cantidades muy pequeñas, son esenciales para la vida. Se consideran micronutrientes, como las vitaminas y los aminoácidos. En el organismo desempeñan funciones fundamentales en el metabolismo, la respiración, el crecimiento, la digestión y la función muscular. Su importancia en la piel es como antioxidantes, por lo que combaten el envejecimiento. Oligoelementos como el zinc, el selenio, el hierro, el manganeso y el yodo son básicos en una dieta antioxidante. También se pueden aportar a la piel de forma tópica con cremas que aporten zinc, cobre y magnesio, entre otros.
Omega 3: conjunto de ácidos grasos necesarios para el óptimo funcionamiento de nuestro organismo y la flexibilidad de nuestra piel. A nivel cutáneo, su principal beneficio consiste en aumentar los niveles de elasticidad y tersura, mejorando la apariencia y salubridad de nuestro rostro. La industria cosmética los utiliza en sus formulaciones para nutrir los tejidos en profundidad, aumentar la luminosidad natural de la tez, mejorar la velocidad de reparación tisular, fortalecer la función barrera de nuestra piel, prevenir la deshidratación o descamación asociadas a la pérdida de agua y revertir los signos de la madurez. Con su uso cotidiano, nuestra piel consigue aumentar su capacidad de autoregeneración y su nivel de resiliencia a los patógenos y agresiones externas que deterioran la capa córnea de nuestro cutis (la más superficial de nuestra piel).
Omega 6: conjunto de ácidos grasos esenciales para el correcto funcionamiento metabólico de nuestro organismo. Como nuestro cuerpo no puede producirlos por sí solo, los conseguimos mediante el consumo de algunos alimentos (huevos, frutos secos, pipas de girasol, cereales integrales y aceite de germen de trigo, entre otros) y productos de belleza. La industria cosmética suele utilizarlos por su acción antiinflamatoria, calmante y nutritiva. Entre sus beneficios más comunes: reduce la sequedad y la descamación de la piel, el picor asociado a la dermatitis atópica y la proliferación bacteriana, siendo muy útil para revertir las consecuencias del acné. Su acción seborreguladora se explica de la siguiente forma: los ácidos omega 6 se encargan de disolver el exceso de grasa que tapona los poros, evita que se obstruyan y, por consecuencia, combate el acné quístico y superficial. Su rendimiento como ingrediente para el cabello es otra de sus grandes hazañas. Conviene resaltar que, en los últimos años, se ha multiplicado la venta de productos capilares con omega 6 para incentivar el riego sanguíneo de los folículos pilosos y así evitar la caída del cabello de forma prematura. La aplicación de estos tratamientos mediante masaje capilar está obteniendo muy buenos resultados en clientes con alopecia, tanto en edades jóvenes como avanzadas.
Oxibenceno: el Oxibenceno, comúnmente conocido como fenol, es una sustancia química obtenida en laboratorio. Presenta una forma sólida y un color blanco transparente. La industria farmacéutica suele usarlo como ingrediente antimicrobiano y esterilizante en la producción de algunos productos de higiene o bucofaríngeos. Dependiendo de su forma de producción y nivel de concentración, su efecto desinfectante puede volverse corrosivo y generar efectos secundarios, especialmente al personal químico encargado de la fórmula. Debemos aclarar que este activo no es utilizado en cosmética para uso cutáneo, tan solo como un antiséptico en determinados artículos farmacéuticos. Su función como ingrediente sanitario permanece en todo momento controlada por los laboratorios encargados de su producción, garantizando en todo momento el uso más adecuado sin contraindicaciones. Otras formas por las que se conoce al Oxibenceno son las siguientes: ácido fénico, ácido carbólico, ácido fenílico, alcohol fenílico o hidrato de fenilo.
Oxidación: si hablamos de envejecimiento de la piel, la oxidación es su principal causa ya que es un proceso que provoca daño en las células de la dermis y la epidermis como consecuencia de la formación de los llamados radicales libres. Este estrés oxidativo se debe a múltiples factores, como la polución, la radiación solar y el humo del tabaco, que producen alteraciones en proteínas como el colágeno y la elastina, en los lípidos de la membrana de las células y en el ADN. Para combatir la formación de estos radicales libres es conveniente aplicarse cosméticos formulados con antioxidantes como las vitaminas (vitamina C, A, E…) o algunos oligoelementos (zinc, selenio, cobre…), además de consumirlos con la alimentación. También es muy importante utilizar protección solar a diario para evitar los daños provocados por los rayos UV (sobre todo los UVA).
Óxido de zinc: mineral blanquecino en forma de polvo que se produce en laboratorio mediante un procedimiento químico. Actualmente, es uno de los ingredientes más utilizados en la industria cosmética natural. Entre sus beneficios, desinflama la piel congestionada, reduce los poros abiertos o dilatados, contrarresta el exceso de producción sebácea y protege la piel de las agresiones externas. Resulta especialmente útil en pieles acneicas o irritadas, aliviando los síntomas asociados a la seborrea, exceso de brillos, picor y ardor. Es destacable su acción refrectora de la luz solar, por lo que suele usarse como filtro físico en productos de protección solar debido a su capacidad bloqueadora y protectora de las agresiones externas. Absorbe los radicales libres que desprenden los rayos UVA (responsables del envejecimiento prematuro de nuestra piel) y los UVB (responsables de las quemaduras y manchas de hiperpigmentación) para que no alcancen la capa más superficial de nuestra piel. En otras palabras, actúa como un escudo protector. Hay que reaplicar el protector solar cada dos horas para renovar la capacidad bloqueadora de este ingrediente. Para completar la función de los protectores solares, la industria cosmética recomienda el uso de, al menos, un producto de acción antioxidante (sérum, crema o contorno de ojos) que trabaje en sintonía para revertir el fotoenvejecimiento y bloquear la totalidad de los radicales libres. El óxido de zinc suele encontrarse en el reverso de los productos cosméticos bajo el nombre "Zinc Oxide".
P
Parabenos: compuestos de origen químico muy utilizados en cosmética como conservantes de los principios activos, evitando su oxidación. Tienen dos cometidos: acabar con las bacterias que pueden reducir la eficacia del producto cosmético y prolongar su tiempo de uso. De seguridad probada, los más utilizados en la industria, son: el Butylparaben, Ethylparaben, Methylparaben y Propylparaben.
Papaína: enzima de origen natural extraída de la papaya verde, una fruta tropical de Centroamérica de gran aporte vitamínico y antioxidantes (betacarotenos). Mientras en la industria alimentaria destaca por su acción digestiva y desinfectante, la industria cosmética la venera por su capacidad renovadora y aclarante de la piel. Su labor exfoliante se produce al romper el enlace de las proteínas celulares, separando y retirando las células muertas de la capa más superficial de la piel. Entre sus beneficios, aumenta el brillo y la luminosidad, unifica el tono, suaviza la textura, cicatriza los tejidos, combate las bacterias, el acné y la contaminación ambiental, impulsa los niveles de hidratación y desinflama las pieles congestionadas. También es útil en casos de golpes, picaduras e hinchazón en la piel; en las tres situaciones se recomienda su uso como medicamento natural.
Péptidos: moléculas que alberga el organismo humano y que facilitan el correcto desempeño de nuestras proteínas, tanto a nivel nutricional como de reparación celular. Los utilizados en cosmética son de origen químico y están orientados a regenerar la piel dañada, promover la síntesis de colágeno y tensar la piel. Actúan de mensajeros entre las capas de nuestra piel para avisar de cuando ésta necesita restauración. Su función antiarrugas es una de las más aplaudidas por combatir tanto las arrugas ya instaladas en pieles maduras como los primeros signos del envejecimiento (arruguitas del contorno y finas líneas de expresión). También reducen la hinchazón del contorno de ojos (útil en caso de bolsas y ojeras), previenen del daño solar y revierten las manchas. Cada péptido cumple una necesidad concreta. Entre los más conocidos, encontramos: Argireline (muy parecido al bótox), Haloxyl, Matrixyl y Melanostatin.
Polifenoles: son un conjunto de sustancias químicas que encontramos en alimentos de origen vegetal como el chocolate, el aceite de oliva virgen, el té, las manzanas y el vino. Una vez ingeridos, realizan una función antioxidante en nuestro organismo, fortaleciendo nuestro sistema inmunitario y mejorando el funcionamiento de nuestras células. Los más utilizados en cosmética y nutricosmética son los polifenoles de la uva, debido a su vinculación con el resveratrol, la molécula de la eterna juventud. A nivel tópico, actúan como antiinflamatorios, revierten el envejecimiento prematuro combatiendo arrugas y pequeñas líneas de expresión, iluminan el cutis y regeneran las células dañadas para mejorar la función barrera de la piel. En términos generales, nos protegen de los agentes patógenos y el cáncer de piel.
Poros dilatados: Los poros son pequeñas aberturas de la piel por las que desembocan los folículos pilosebáceos (por donde salen el pelo y el sebo). En determinadas circunstancias estos poros se agrandan y se hacen visibles, lo que no supone un riesgo para la salud pero sí un aspecto antiestético, y es entonces que se llaman “poros dilatados” o “poros abiertos”. Suelen aparecer en las zonas más grasas de la piel, como nariz, mejillas y mentón, y están generalmente asociados a pieles grasas y acneicas, aunque también aparecen con la edad y otros factores. Su aspecto puede mejorar con tratamientos médico-estéticos y también con cosméticos (peelings, cremas…) con ácido salicílico o retinoides derivados de la vitamina A.
Propóleo: ingrediente de origen orgánico que se obtiene al mezclar la saliva de las abejas con la savia de los árboles. Presenta un color castaño oscuro y es a menudo utilizado en la industria alimentaria por estimular el sistema inmunitario, prevenir los virus y servir como analgésico. En la apicultura sirve de escudo protector frente a los nuevos microbios que amenazan con infectar la colmena y reconstruye sus paredes dañadas. Esto explica su uso como activo cosmético en sérums, cremas y ungüentos que buscan regenerar marcas residuales (acné, cicatrices post láser), combatir el acné joven y adulto, desinflamar pieles congestionadas y nutrir los cutis secos y deshidratados. Cuanto mayor sea su concentración en la fórmula cosmética, mayor será su capacidad para estimular la formación de nuevo colágeno y reafirma intensamente la piel. Esto lo convierte en un ingrediente útil para prevenir el descolgamiento facial y redefinir los contornos en pieles maduras. Toda persona alérgica a la jalea real, polen o productos apícolas deberá prescindir de su uso tópico para evitar posibles irritaciones.
Psoriasis: es una enfermedad inflamatoria, crónica y no contagiosa que afecta a la piel, de causa desconocida pero con un importante componente genético. Se caracteriza por la aparición de rojeces con descamación y picor que suelen aparecer en codos, rodillas, cuero cabelludo, manos y pies. Los brotes de psoriasis suelen estar relacionados con el estrés, aunque también se pueden deber a la aparición de otras alteraciones dermatológicas y al consumo de ciertos medicamentos. Para prevenirlos y combatirlos se recomienda una alimentación rica en fibra y en ácidos grasos omega-3 (en pescado azul), los baños de mar y la relajación, además de tratamiento dermatológico si es necesario.
R
Radicales libres: sustancias químicas que en el organismo desencadenan reacciones de oxidación en cadena por lo que alteran las proteínas, los lípidos y el ADN. En la piel provocan envejecimiento prematuro y pueden favorecer que se generen células cancerosas. Por lo tanto hay que tenerlos muy en cuenta, no solo desde el punto de vista de la estética, sino también de la salud. Se forman como consecuencia de la polución, el humo del tabaco, la excesiva exposición solar, malos hábitos alimenticios y otros factores. Se combaten con una alimentación rica en antioxidantes y también con productos cosméticos que los contengan, como las vitaminas A, E y C y algunos oligoelementos (cobre, zinc, selenio…).
Rayos UV: son las radiaciones ultravioleta emitidas por la luz del sol que llegan al planeta, y que en exceso pueden perjudicar a nuestra piel.
Hay tres tipos: UVB (alcanzan la capa más superficial de la piel, llamada epidermis, y son responsables del bronceado pero también de las quemaduras solares), UVA (llegan hasta la dermis, que es una capa más profunda, y pueden causar fotoenvejecimiento y melanoma, por lo que son más peligrosos que los UVB), y UVC (los absorbe la capa de ozono, por lo que no deberían llegar a nuestra piel, pero al estar esta en serio peligro hay que tener mucho cuidado para evitar que nos alcancen, ya que son los más perjudiciales de todos).
Resveratrol: molécula de origen vegetal a la que se le atribuyen propiedades antiinflamatorias, desintoxicantes, revitalizantes y embellecedoras de la piel. Existen alimentos que lo contienen de forma natural, como el vino, algunos frutos secos (nueces y cacahuetes) y frutas como el arándano, la granada o la uva. Se le conoce como la molécula de la juventud por ser capaz de estimular el gen que prolonga nuestra longevidad. Esta función fue aprovechada por la industria cosmética para indagar qué otros beneficios tiene sobre la piel. Y aquí están los resultados: destaca su enorme capacidad antioxidante para reducir el impacto solar y los radicales libres que aceleran el envejecimiento prematuro. Actúa como antiarrugas, previene el descolgamiento facial, la pigmentación irregular, ilumina la tez, aumenta la elasticidad y mejora el funcionamiento de las células para lucir un cutis más joven y sano.
Retinol: es un derivado de la vitamina A de origen químico y orgánico. Podemos encontrarlo en forma de vitamina A en algunos alimentos como el brócoli, las espinacas, las zanahorias o la calabaza. Entre sus beneficios, aumenta la producción de colágeno y elastin, reduce las arrugas profundas y líneas de expresión, incrementa la elasticidad y claridad del cutis, combate la hiperpigmentación asociada a la exposición solar, unifica el tono, estimula la renovación celular, cicatriza las marcas de acné y previene la aparición de brotes gracias a sus propiedades antibacterianas. En términos generales, está considerado el mejor activo antienvejecimiento junto a la vitamina C y el ácido hialurónico.
Rosácea: Es una inflamación crónica de la piel que se caracteriza por la presencia de eritrosis facial (rojez permanente provocada por la dilatación de los vasos sanguíneos) generalmente concentrada en las zonas centrales del rostro (nariz, mejillas, mentón y frente). Solo se presenta en la raza blanca y aparece normalmente entre los 40 y los 50 años). Se suele confundir con el acné y muchas veces coexiste con este. Para tratarla se recomienda utilizar fotoprotección, utilizar cosméticos que no irriten, realizar una higiene con productos que no provoquen sensibilidad, evitar alimentos que no produzcan vasodilatación (picantes, alcohol, comidas muy calientes) e intentar bajar el nivel de estrés.
S
Siliconas: ingrediente de origen químico, compuesto por silicio y silicatos, de gran estabilidad y efecto aislante. Su uso en cosmética se inició con los primers o prebases de maquillaje, aunque su escaso coste de producción propagó su uso a los sérums, cremas, contornos de ojos, máscara de pestañas y champús. Su función es retener la humedad, acondicionar la piel, suavizarla y alisar su textura, aumentar la duración de los productos aplicados encima, mejorando apariencia y ocultando los poros. También poseen un efecto rellenador óptico y superficial de las arrugas y finas líneas de expresión. Entre las más utilizadas, encontramos la: Amodimethicone, Cetyl dimethicone, Cyclomethicone y Dimethicone (la más habitual).
Sulfatos: compuestos de origen químico muy utilizados en el sector cosmético, especialmente en limpiadores de rostro, geles de cuerpo, champús y cremas dentífricas. Su principal función es desincrustar el sebo o la grasa que se acumula en la superficie de nuestro rostro y cuero cabelludo. ¿Alguna contraindicación? No es conveniente que las pieles secas (cutis seco o muy deshidratado y cuero cabelludo con tendencia a la descamación) abusen de ellos porque su uso continuado les privará de los lípidos esenciales (efecto barrera) que protegen el rostro y cuerpo de las agresiones externas. Las pieles sensibles también deberían abstenerse de ellos para evitar irritaciones. Dos de los más comunes, son el Sodium Lauryl Sulfate y el Sodium Laureth Sulfate, también conocidas por sus siglas SLS o SLES, respectivamente.
T
Tensioactivos: principios activos de origen químico y natural (maíz, coco y palma) que facilitan la mezcla del agua y del aceite en la capa más superficial de nuestra piel. ¿Cuál es su mayor virtud cosmética? La habilidad de unir a dos elementos que habitualmente se repelen. Entre sus funciones, destacamos la de limpiar, hacer espuma y conservar el producto cosmético en óptimas condiciones de uso. ¿La parte negativa? Su uso como detergentes y/o jabones en productos de limpieza facial y corporal.
Teprenona: ingrediente de origen químico que combate el enrojecimiento de las pieles sensibles y alarga la vida de las células de la piel. Su función más importante es la conservación y el mantenimiento de los telómeros, un conjunto de aminoácidos que sujetan las células de la piel y las mantienen con vida. Si los telómeros se acortan, las células mueren porque pierden su sostén. El uso de la teprenona no solo alarga la vida celular y contribuye a ensalzar la belleza natural de la piel, también la protege de las agresiones externas que causan picor, enrojecimiento o descamación. Entre sus beneficios más desconocidos: unifica el tono de la piel, regenera los tejidos dañados y proporciona un efecto antiarrugas a largo plazo. Varios estudios científicos han demostrado que el uso tópico de este activo alarga un tercio la vida de las células.
Té verde: de producción orgánica, el extracto de té verde se elabora a partir de las hojas de la planta Camellia Sinensis y sin fermentación previa, garantizando la pureza de sus propiedades frente al resto de tés. Su origen se remonta a la antigua china, donde se consumía para desintoxicar y purificar el organismo. Gracias a sus propiedades terapéuticas se ha convertido en uno de los ingredientes más descongestivos y antioxidantes de la industria cosmética. Es rico en polifenoles (catequinas y taninos) que protegen la piel de los radicales libres y mejoran su función barrera de la contaminación ambiental. Entre los beneficios más destacados, reduce las ojeras, descongestiona las bolsas, previene las manchas, unifica el tono desigual, aumenta la relajación muscular, aumenta la firmeza y tensa la piel. Es útil para combatir la celulitis e impide el crecimiento de las células que ocasionan el cáncer de piel. Mejora la apariencia de las quemaduras de sol y revitaliza el cutis cansado. Su poder antiinflamatorio lo convierte en un ingrediente fetiche para mejorar el contorno de ojos.
U
Urea: es una sustancia que se forma en el hígado de forma natural y de gran importancia en nuestro metabolismo. También está presente en la piel, en donde tiene básicamente una función hidratante, ya que reduce la pérdida de agua. Su presencia es muy común en cremas para el cutis y las manos, ya que estas zonas suelen estar expuestas y se deshidratan con facilidad. También ayuda a la descamación natural de la piel por su efecto exfoliante por lo que se usa en zonas rugosas como talones y codos. Otros beneficios de la urea son que mejora la función barrera de la piel, además de mejorar sus defensas y la flexibilidad.
V
Vitamina A: vitamina antioxidante perteneciente a la familia de los retinoides que tiene múltiples beneficios para nuestro organismo (visión, huesos, tejidos y piel). Su origen lo encontramos en los carotenos, pigmentos que hallamos en algunos alimentos como el brócoli, zanahorias, calabaza o espinacas. Una vez que ingerimos estos alimentos, los carotenos se convierten inmediatamente en vitamina A o retinol y luego, tras su oxidación, en ácido retinoico. ¿Y cuáles son sus laureados beneficios en la piel? Aumenta exponencialmente la producción de colágeno y elastina porque penetra en las capas más profundas de nuestra piel; gracias a esto, reduce las arrugas profundas y líneas de expresión, incrementa la elasticidad y claridad del cutis, previniendo la hiperpigmentación asociada a la exposición solar, unifica el tono, estimula la renovación celular, cicatriza las marcas de acné y previene la aparición de brotes gracias a sus propiedades antibacterianas.
Vitamina B3: esta vitamina, también conocida como niacinamida, se encuentra en diversos alimentos de origen animal y vegetal como la carne, los huevos, la leche o las verduras. A nivel tópico, sus beneficios como ingrediente cosmético destacan por conservar la hidratación de la piel, reducir las manchas, rojeces persistentes, combatir las arrugas, las finas líneas de expresión, el acné, reducir los poros dilatados y el tono amarillo de nuestra piel, así como renovar las células de nuestra epidermis para lucir un cutis más luminoso.
Vitamina B5: también conocida como Pantenol o ácido pantoténico, esta vitamina es la encargada de producir las hormonas que regulan el estrés en nuestro organismo. Su presencia en todos los tejidos de origen animal y vegetal la convierten en un ingrediente muy accesible a nivel tópico y nutricional (la levadura de cerveza es el alimento más rico en B5). En la industria cosmética destaca por su acción cicatrizante, curativa y antiinflamatoria, mejorando la función barrera de nuestra piel mediante la producción de lípidos esenciales que la fortalecen frente a las agresiones medioambientales. También mejora la textura del cutis, suavizándolo y evitando la descamación, aumentando la elasticidad y combatiendo el acné. El uso tan extendido de esta vitamina en cosmética se debe a que reduce la irritación que producen algunas fragancias y conservantes en pieles sensibles y reactivas.
Vitamina C: como nuestro organismo no puede producirla por sí solo, la vitamina C es a menudo ingerida mediante frutas como la naranja, lima, limón, pomelo y verduras de hoja verde. Dado que nuestro cuerpo absorbe muy poca cantidad de esta vitamina a través de la dieta, se investigó su aplicación cosmética en la piel y se descubrieron sus propiedades antienvejecimiento. Como antioxidante tópico, esta vitamina ayuda a regenerar la piel del estrés oxidativo producido por el sol, combate las manchas, ilumina y clarifica la piel, unifica el tono, ayuda en la síntesis del colágeno, reafirmando y tensando el rostro, y previene la acumulación de los radicales libres en la capa más superficial de nuestra piel, evitando la aparición de arrugas por la contaminación ambiental. El uso en cosmética de la vitamina C y la vitamina E juntas aumentan la protección solar y previenen la inflamación causada por los agentes externos.
Vitamina E: la vitamina E, también denominada Tocoferol, es el antioxidante natural más presente en nuestra piel que actúa como barrera frente a la contaminación ambiental y a la deshidratación que ésta nos produce. ¿Cuál es su principal beneficio? Protegernos de los daños solares, creando una barrera en nuestra piel que combate la entrada y acumulación de los radicales libres que provocan el fotoenvejecimiento, las manchas, pérdida de luminosidad, arrugas y degradación del colágeno. Evidencias científicas nos indican que la vitamina C y E combinadas en un mismo cosmético multiplican su capacidad antioxidante, siendo especialmente beneficiosas en personas con dermatitis atópica por sus propiedades antiinflamatorias, calmantes y cicatrizantes.
Vitamina F: la vitamina F es la unión de los ácidos grasos poliinsaturados omega 3 y omega 6; entre ellos encontramos el ácido linoleico y el linolénico, imprescindibles para rebajar el colesterol de nuestro organismo, reforzar nuestras defensas y cuidar nuestras arterias. El aceite de oliva, los frutos secos y el pescado azul son sus principales fuentes de origen. A nivel cutáneo, esta pseudo vitamina actúa como una barrera en nuestra piel, mantiene sus ácidos grasos esenciales, evita su deshidratación y la descamación asociada a las agresiones externas, aumenta su elasticidad, regenera las pieles con dermatitis atópica y revitaliza el cutis otorgándole un brillo juvenil.
X
Xerosis: término médico para definir a la piel extremadamente seca por falta de lípidos o deshidratada por falta de agua. Los síntomas más comunes son rugosidad de la piel, picor, descamación y sensación de tirantez. Sus causas pueden ser muchas, entre ellas la edad avanzada (xerosis senil) y las enfermedades como la diabetes, la dermatitis atópica o la psoriasis. También puede estar provocada por los ambientes muy secos, las temperaturas elevadas y la excesiva exposición solar. Algunos medicamentos, como los diuréticos, deshidratan la piel, por lo que también podrían ser causa de xerosis. El estado de esta piel extremadamente seca puede mejorar con una limpieza diaria suave y no irritante y con el uso de cremas que contengan urea, ceramidas y un elevado porcentaje de lípidos. Además no se debe de olvidar beber suficiente agua, evitar los ambientes secos y no bañarse en agua muy caliente.
Z
Zanahoria: Esta hortaliza procedente de la planta Daunus carota contiene un alto contenido en betacarotenos (precursores de la vitamina A) y durante las últimas décadas se utilizó mucho para potenciar y prolongar el bronceado. A día de hoy se sigue utilizando para este fin, pero siempre acompañada de un protector solar dado que los problemas de piel derivados de la exposición solar han aumentado considerablemente. Además, se utiliza en productos cosméticos antienvejecimiento en todo tipo de pieles por su efecto antioxidante y tiene propiedades seborreguladoras, por lo que se utiliza para equilibrar el nivel de grasa de pieles mixtas y grasas.