Deep Cleansing Facial Masque (Mascarilla) - 75 ml
¿QUÉ TIPOS DE GRANITOS EXISTEN?
7:00 de la mañana -para los más afortunados, 7:30 -. Suena el despertador, te levantas arisco -en el mejor de los casos, risueño- a pesar de haber descansado -o no- y te miras al espejo. Adoramos hacer esto, ¿verdad? Admitámoslo: es un placer egocéntrico pero tan sano como necesario. Gracias a ello detectamos a los okupas. En otras palabras: ¡Granitos! Ay, esos locos bajitos. Bueno, seamos sinceros, algunos ya están creciditos como para continuar usando el diminutivo. Se merecen algo más drástico y un nombre más congruente al disgusto que nos producen. Y encima, aparecen sin avisar, cuál ex novio con el que no te esperas chocar en la estación de metro. No, definitivamente debemos llamarles por su nombre. Sin piedad, detallamos a continuación los más habituales:
Empecemos por el más común, el grano, una protuberancia inflamatoria de color rojo que puede salir a flote en cualquier zona del rostro. ¿Y cuál es su origen? La hinchazón de las vías excretoras de nuestras glándulas sebáceas, o lo que es lo mismo, la obstrucción de los poros de nuestra piel por circunstancias diversas (bacterias, factores hormonales, estrés, higiene incorrecta, etc). Nuestro Roll-on de árbol de té de The Lab Room, con propiedades fungicidas y antisépticas, podría ser un buen justiciero para estos pequeños abultamientos.
Hablemos ahora de los temidos comedones, otra lesión frecuente en adolescentes y adultos. Son el resultado de la retención de líquidos (sebo y queratina) en el canal folicular. Se distinguen dos tipos:
Al abierto le denominamos espinilla o, en su caso, punto negro, que puede ser plano o abultado. Los puntos negros, habituales en nariz, mejillas y frente, surgen por el exceso de grasa y aceite que obstruyen nuestros poros y se mezclan con restos celulares. La mezcla de ambos compuestos tapona la glándula sebácea, impidiendo su habitual drenaje. El contacto con los agentes externos, la contaminación y la acumulación de melanina es lo que genera ese tapón córneo de color negro. ¿Solución a la vista? Un exfoliante en scrub a base de azúcar moreno que controla los puntos negros, como el Gentle Black Sugar Facial Polish de Klairs.
El cerrado es un microquiste o también llamado punto blanco. En este caso, nos referimos a un abultamiento rígido y de tono amarillo/blanco en la superficie de la piel. El muy pillo no es muy fácil de apreciar.
En términos generales, una pápula es cualquier elevación en la superficie de nuestro cutis, aunque solemos referirnos a ellas como partes aisladas de una erupción o reacción alérgica. Son bultitos de color rojizo y aspecto inflamado que, algunas veces, provocan dolor en la persona, especialmente si se convierten en pústulas.
La pústula, por su parte, es una lesión inflamatoria con pus en la parte superior. Tendemos a confundirlas con las espinillas por la siguiente razón: mientras un grano con cabeza blanca se produce por la obstrucción de un folículo piloso, la pústula cursa una inflamación más severa que la anterior debido a la acumulación de pus en su interior. Acuérdate: pústula = pus.
Los quistes o granos enquistados son harina de otro costal. Este acné se produce en las profundidades de la piel y su origen suele ser de tipo hormonal, bloqueando los poros con grasa y queratina y revelando un bulto rojo -con o sin relieve- sobre nuestro cutis. Su curación es más lenta que en los ejemplos anteriores, pudiendo dejar cicatrices difíciles de quitar. En estos casos, la intervención de un dermatólogo es lo más aconsejable.
Un tipo de quiste blanquecino muy habitual en la zona del contorno de ojos y pómulos son los milliums. Suelen producirse por la obstrucción de un poro con grasa queratinizada. Generalmente, aparecen en grupo y las causas más habituales es la falta de limpieza y el tabaquismo. El uso de cosméticos indebidos para tu tipo de piel, especialmente en la zona periocular, mandíbula y zona trasera de las orejas, son una de sus causas más desconocidas. ¿Algo positivo? Son benignos y no suelen inflamarse. Su extracción deberá hacerla siempre un dermatólogo.
Lo que diferencia a los nódulos de los granos enquistados es la ausencia de pus y su tendencia a formar cicatrices. El origen es igual al de los quistes pero los nódulos son más dolorosos y presentan un aspecto rojizo o un color similar a tu tono de piel. ¿Lo más llamativo? Son los más tardíos en desaparecer, pudiendo acompañarte varias semanas. Para su tratamiento con antibióticos u otros medicamentos será necesaria la visita al dermatólogo.
¿Conocéis el refrán “al enemigo, ni agua”? Pues bien, aunque no sean bienvenidos, a estos granitos hay que proporcionársela mediante una suave limpieza, exfoliar delicadamente el cutis una o dos veces por semana (una en pieles secas y dos o tres en pieles mixta-grasas), hidratar la piel sin sobrecargarla de producto, utilizar cosméticos oil-free (salvo pieles secas) y no abusar de los alfahidroxiácidos (AHA) para evitar un efecto rebote.
¿El mejor aliado? Además de una higiene correcta y un riguroso desmaquillado -pilar fundamental-, una mascarilla purificante en todo el rostro o en zonas puntuales nos echará un cable eliminando impurezas, desobstruyendo los poros y regulando la producción sebácea. La Deep Cleansing Masque de Grown Alchemist, la Natural Clay Mask de Medik8 o la Purifying Seaweed Clay Mask de The Organic Pharmacy son algunas de las más competentes. Palabra Skinfinity.
Nuestro mantra cosmético de hoy: “Granito que no deseas conservar, tus dedos de él deberás alejar”.